Capitulo 1 -Narrador en ApurosNarrador en Apuros

Bienvenido a tu Propia Pesadilla / Narrador en Apuros


Urano se despertó con un punzante dolor de cabeza. Todo era confuso. No sabía dónde estaba, ni por qué se sentía tan extraño. Hace solo unas horas, estaba en su pequeño departamento, escribiendo a toda velocidad las últimas correcciones de su novela, desesperado por llegar a la fecha límite impuesta por su editor.
Había logrado hacerse de un nombre como escritor, pero lo que antes amaba, ahora le resultaba insoportable: las críticas hirientes en internet, la presión constante, los comentarios vacíos de gente que ni siquiera había leído más allá del primer capítulo. Lo detestaba. Y sin embargo… no podía dejar de escribir. Como si algo arrastrara siempre de vuelta al teclado. Así que había pasado la noche entera puliendo el final de la historia, cuando recibió un correo.
Intentó abrirlo, pero el simple esfuerzo visual intensificó su migraña. Se dejó caer en la cama, cerrando los ojos un segundo. Solo un segundo.
Al abrirlos otra vez, estaba frente a una ventana. Pero no una normal: la superficie parecía de papel, como una página escrita. Estiró la mano, y para su sorpresa, la atravesó. Una voz incorpórea comenzó a hablar mientras letras doradas aparecían flotando frente a él:
—¿Qué… qué mierda es esto? —murmuró, sobándose las sienes.
Lo último que recordaba era estar sentado frente a su escritorio, peleando con el final de su novela. El editor le había dado una semana más y él, como siempre, la había desperdiciado entre lamentos existenciales, películas malas y cafés recalentados. Cuando finalmente se puso a escribir, lo hizo con rabia. Escribió como si al hacerlo pudiera arrancarse el alma por los dedos.
Y luego, negro.
Se acercó tambaleante a la ventana, en busca de alguna pista. Pero lo que encontró lo dejó helado: no había cristal, ni cortinas. En su lugar, flotaba una página.
No en el sentido figurado. Era literalmente una página. De papel amarillento, con bordes en llamas que no quemaban, letras escritas en una caligrafía demasiado perfecta para ser humana. Y como si no fuera suficiente, comenzó a escucharse una voz en su cabeza. Una voz sin género, sin emoción.


Bienvenido a: “Las Espadas se conforman con sangre”.
Género: Fantasía – Acción
Dificultad: C (cruel, constante, cabrona).
Sinopsis:
El mundo está al borde del colapso. Las guerras, la corrupción y las pandemias han dejado cicatrices irreparables. En medio del caos, Aurelio, hijo bastardo del rey, lidera una revolución para restaurar el equilibrio.
Tu personaje: Yuan, tercer hijo legítimo del emperador.
Rol: Antagonista menor.
Destino narrativo original: Morir en el tercer arco tras traicionar a la revolución.
Objetivo principal: Sobrevive hasta el inicio del levantamiento.
Objetivo oculto: Localiza a la otra persona reencarnada dentro de la historia. Puede ser aliada… o enemigo.



—No. No. No. No —repitió Urano, retrocediendo.
Esto era un mal chiste. Un delirio febril. Una resaca cósmica. Había leído suficientes novelas de “isekai” para saber cómo funcionaba esto: uno muere, aparece un sistema, te dan una misión ridícula y te conviertes en héroe… o en broma cósmica.
Y él claramente estaba del lado de la broma.
Entonces, otro detalle del mensaje lo golpeó:
“Encuentra al otro creador externo…”
¿Había alguien más atrapado ahí? Quizá una ayuda… o una amenaza. Tal vez si lo encontraba, podrían salir juntos. O tal vez lo estaba buscando para eliminarlo.
No tuvo tiempo para teorizar. Unos golpecitos suaves resonaron en la puerta.
—¿Joven amo? ¿Se encuentra bien? Es hora de prepararse.
Una voz joven, femenina. Con un acento cantarín. Y familiar, como si ya lo conociera desde hace años.
—¿Quién eres? —preguntó él, sin moverse.
—¿Otra vez el juego de la amnesia, joven amo? —La puerta se abrió sin esperar respuesta.
La chica que entró era… extraña. Unos quince o dieciséis años. Ojos dorados, pelo gris, y orejas de gato. Orejas. De. Gato.
—¿Un personaje de RPG… doméstico? —murmuró Urano, paralizado.
La chica se acercó como si nada. Traía un balde con agua tibia y una esponja. Se arrodilló a sus pies.
—¡Alto, alto, ALTO! ¿Qué estás haciendo?
—Te estoy limpiando. Dijiste que después de lo de ayer necesitabas un poco de cariño. Y yo… bueno… no pude decirte que no.
Urano trató de apartarse, pero la muchacha tenía una fuerza inesperada. Se detuvo, respiró hondo y la miró con más atención.
—¿Qué fue “lo de ayer”?
La chica parpadeó, sorprendida.
—¿Hablas en serio? Ayer rechazaste a tu prometida frente a toda la corte. Dijiste que no podías casarte con una desconocida. Que tu corazón ya tenía dueña.
Se quedó en silencio. Urano también. Luego, lentamente, ella agregó:
—Dijiste que me amabas. Y que no te importaba que yo fuera una simple asistente.
Urano sintió que el alma se le iba al suelo. “¿Pero en qué clase de novela me metí?”, pensó.
—Mira… No sé cómo decir esto, pero…
—¿Otra vez lo del juego de roles? —suspiró ella, mientras le ponía una capa azul decorada con bordados imperiales—. Sabes que no puedo ser tu esposa oficial. Pero me basta con quedarme a tu lado.
“Esto. Es. Una. Pesadilla.”
Y sin embargo, cuando se miró al espejo, no pudo evitar sorprenderse: el reflejo le devolvía la imagen de un joven hermoso, de cabello negro brillante, ojos azules, y un porte elegante que jamás tuvo en su vida anterior. Vestía como un noble, pero sus ojos… seguían siendo los suyos.
—Vamos, Yuan —dijo la chica—. Tu familia te espera en el comedor. Y tienes que arreglar lo de ayer.
—Sí, claro. Nada como una mañana para disculparse por rechazar un matrimonio arreglado con una declaración de amor improvisada a una neko-mucama.
La caminata por los pasillos fue una mezcla de asombro y terror. Todo estaba perfectamente diseñado: vitrales con escenas épicas, columnas talladas, olor a incienso. Como una obra de teatro sin director.
Al llegar al comedor, lo esperaban tres personas. El hombre en la cabecera, cabello rubio y ojos azules, debía ser su hermano mayor. A su lado, una mujer de rizos castaños, de unos 24 años, y una dama de cabello rubio más mayor, probablemente su madre.
Todos ellos, impecables, hermosos. Casi irreales. Urano tragó saliva. Recordó su aspecto anterior y se sintió como una papa plantada entre estatuas.
Se inclinó con elegancia, como si supiera hacerlo de toda la vida. Para su sorpresa, su cuerpo respondió instintivamente.
Todos lo miraron con una mezcla de tensión y expectativa.
Urano tragó saliva. “Piensa como escritor. Piensa como personaje. Piensa como… lo que sea que seas ahora.”
—Buenos días. Agradezco que me permitan hablar —dijo, sin saber cómo esas palabras salieron tan fluidas—. Me disculpo por mi comportamiento de ayer. Fue impulsivo y, sobre todo, irrespetuoso.
La mesa guardó silencio. Luego, como si alguien hubiera activado un interruptor, una nueva notificación apareció ante sus ojos:


Sistema activado: Traducción narrativa.
Tu forma de hablar se adaptará al personaje para evitar sospechas.
Bonus por coherencia +2.
Carisma +1 temporal.



—¡Por fin usas el cerebro! —soltó su hermana mayor.
—Denisse, no seas cruel —intervino el hermano mayor—. Yuan está madurando. Rechazar una boda política por amor… romántico, aunque poco útil.
—Es el corazón de un poeta —dijo su madre, melancólica.
“Poeta mis huevos”, pensó Urano. Pero sonrió.
Y entonces, el golpe final.
—La familia Delemon aceptó la disculpa —anunció el hermano mayor—. Pero… la heredera insistió en verte de nuevo. Dice que todavía cree en el destino.
Urano sintió un escalofrío. Justo lo que le faltaba: una prometida obsesiva y aristócrata.
—Te reunirás con ella en una hora. Sé diplomático. Y, si puedes, agradable.
“No me pidas milagros.”
Comenzaron a comer. El aroma era exquisito, y cuando Urano probó la carne ahumada en salsa de arándanos, casi llora. Era la cosa más deliciosa que había probado en su vida. Pensó con amargura en su dieta de comida rápida, y sonrió en silencio.
-Me alegra que recapacites. Entiendo que estés enamorado de tu sirvienta. Ella creció contigo, es natural. Por eso normalmente asignamos ayudantes del mismo género…
—¡Mi rey! —interrumpió su madre, molesta—. No olvides lo que pasó con su padre. Ayer fue la primera vez que conoció a su prometida…
Urano escuchó atentamente. Había mucho más tras bambalinas de lo que parecía.
Su hermano retomó el control de la conversación:
—La duquesa Delemon, del reino vecino, pidió específicamente casarse contigo. Ella llevará el poder de su casa, y al casarte, tú te unirás a su linaje.
Y entonces entendió: querían convertirlo en una especie de esposo decorativo. Un “modelo de acompañante”, como dirían en su mundo.
Pero para Urano, eso sonaba a retiro anticipado y seguro. Lejos del castillo. Lejos del caos.
Estaba por responder cuando el sistema le advirtió:
—Revelar la verdad a los personajes (decirles que son ficticios) puede conllevar castigos severos: desde karma negativo hasta eliminación automática del creador.
Frunció el ceño. Mejor mantener la boca cerrada.
—Hoy te reunirás con ella —dijo su hermano—. Te disculparás y la tratarás con respeto. No es lo que queríamos, pero es lo que el reino necesita.
Urano asintió en silencio.
Cuando llegó la hora, se encontraba en una terraza privada, con vista a los jardines imperiales. Vestía de gala. A su lado, una pequeña caja con un par de zarcillos de zafiro. Obsequio de reconciliación.
Y entonces, ella apareció.
Cabello castaño claro, ojos marrones intensos, vestido sencillo pero de telas lujosas. Su sonrisa era delicada, pero sus pasos… firmes. Como quien ya sabe que pisa sobre terreno propio.
La miró. Ella lo miró.
Y en ese instante, una nueva notificación apareció ante ambos.



¡Detectado otro “creador externo”!
La otra reencarnada ha sido identificada.
Riesgo: alto. Potencial: desconocido. Recomendación: evaluarla antes de confiar.
Logro desbloqueado: Primer Encuentro. +5 Puntos de Narración.



Ella entrecerró los ojos. Urano sonrió, nervioso.
—Hola. Me alegra volver a verte —dijo, en tono suave.
Ella se acercó con elegancia… pero sin bajar la guardia.
—Y a mí, Yuan. Aunque… juraría que antes no hablabas como ahora.
“Estamos jodidos”, pensó él.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio